The N worLd (no this N, the other N)
Es sabido que en Estados Unidos, mencionan las palabras tabúes por su inicial, como the C word por cáncer, the F word por fuck, etc. Si hay un tabú en lo que se refiere a la situación venezolana es the N word, por NARCO. (Hay otra N word, pero no me refiero a esa). La... View Article
Es sabido que en Estados Unidos, mencionan las palabras tabúes por su inicial, como the C word por cáncer, the F word por fuck, etc. Si hay un tabú en lo que se refiere a la situación venezolana es the N word, por NARCO. (Hay otra N word, pero no me refiero a esa).
La dictadura de Maduro no es una dictadura opresora, asesina, ilegítima, y todas las cosas que se nos ocurra, solamente. Es ante todo una narco-dictadura. No se dice muy abiertamente en redes, no se habla en las noticias del narco-gobierno, se insiste en que financian a este partido o al otro, a veces, cuando hay alguna detención se pronuncia la palabra «sospecha», como un manto que lo cubre todo, y el silencio, el cómplice más cobarde, se vuelve viral, se contagia, no sea que digas algo que luego se vuelva contra ti, contra tu cadena o tu medio y acabemos atravesando el desierto de la defenestración, camino del exilio del olvido.
Quienes saben de verdad lo que pasa en Venezuela y tienen coraje, te explican que es como si un cartel internacional hubiera ocupado las instituciones estatales, empezando por el propio gobierno, pasando por el ejército. Un horror. Porque entre el petróleo y el dinero de la droga (que es un negocio nutrido por la prohibición, recordémoslo), estos delincuentes con mando en plaza tienen cuerda para rato. Y los mensajes que llegan a Europa de la oposición no hablan de eso, hablan de la violación de los derechos humanos, del hambre y de Maduro, pero no dicen en el Consejo Europeo que los venezolanos están secuestrados por una banda internacional de narcotráfico. Pero esa situación, con todo lo terrible que es, no es el peor escenario. Porque en Colombia, los narcotraficantes de la guerrilla, en muy poco van a ocupar también las instituciones, ya están avanzando en el blanqueo de imagen, y lo están haciendo muy bien. En España sabemos con qué facilidad los terroristas lavan su cara y ganan ayuntamientos en una interpretación pervertida de la democracia. Y en México también hay problemas en las relaciones «sospechosas» entre las instituciones y los narcos.
Por eso, más que the N word, hay que hablar de the N world, el mundo del narco, y cómo va a cambiar la realidad latinoamericana, cómo va a afectar a los demás socios internacionales, la Unión Europea, el bloque de influencia ruso, los Estados Unidos, etc.
El silencio, en este caso, además de cómplice, es fruto del negacionismo, no queremos ver, es mucho mejor no saber lo que está pasando para no tener que hacer nada, sobre todo porque ¿qué se podría hacer? ¿quién va a ser el primero que le ponga el cascabel al gato? No hay más que considerar todo el tiempo que ha pasado, el número de muertos, el hambre, la escasez de lo más básico en Venezuela que ha soportado Occidente antes de emitir taimados comunicados y proponer alguna sanción. Y eso partiendo de que se trata solamente de una dictadura donde reina la barbarie. Si añadimos el narco-tráfico, nos vamos a ver obligados a hacer algo más, ¿recuerdan a Noriega? Pues, fíjense, tal vez esa sería una solución para sacar a Maduro y sus chicos del poder.
El deterioro de nuestras instituciones crece, se agrava, se consolida. Nos permite ocultarnos tras nuestra legitimidad de cartón piedra, ser cobardes disfrazados de corrección y diplomacia, indignarnos en la televisión, en las redes sociales, mirando por un agujerito a través de nuestra comodidad y abundancia lo que viven en Venezuela, como si no nos afectara, como si fuera una realidad paralela. Y esa disociación de la realidad es lo que nos está matando por dentro.
Mientras tanto, agradezco a Diego sus explicaciones, su sinceridad y la gentileza con la que acostumbra a abrir los ojos a los demás. Ya los comensales de ayer por la charla en la que aprendí mucho, pero se me encogió el corazón como cuando te caes del guindo de la ingenuidad. Me pasa a menudo. Me lo tengo que hacer mirar.
4 comentarios
Maria, en el tiempo que llevo en Santiago he conocido y he coincidido con numerosos profesionales venezolanos de muy buen nivel académico y profesional que están saliendo de su país debido a lo difícil de la situación que llevan viviendo desde hace unos años. Según me han contado hay casos extremos de gente que para poder comprar su billete de avión están vendiendo sus casas, también los hay que ante la imposibilidad de recursos para poder llegar a tal extremo directamente salen por tierra para llegar hasta aqui y realizan un largo viaje por tierra (en muchos casos con altos riesgos), para poder llegar hasta este terrtorio de los confines que es Chile. También he oido hablar a algunos de estos profesionales (algunos muy biern informados), sobre la economía relacionada con el narcotráfico que -según he oído decir- llega incluso a las más altas instancias del país. Recuerda bastante a lo que en su momento -vamos a suponer que ya forma parte del pasado- Cuba se vió forzada a realizar. Y digo bien «forzada» porque nos olvidamos con demasiada frecuencia de los oscuros intereses que subyacen detrás de tanta presión contra el país y que sin duda explican muy claramente el papel del bloqueo (que desaparece cuando cierto Banco de Inversión norteamericano compra bonos de la principal empresa de petróleos del páis con un descuento del 69%). Lo curioso es que Venezuela es un país rico en recursos cuya explotación gestionan ellos mismos en contra de muchos y diversos intereses foráneos, de ahí la presión. Interesa que caiga su gobierno como interesaría que sucediese con el de Cuba (por motivo que todos los españoles y los propios cubanos deberían conocer bien). De tal forma en la semana pasada postulé que muy probablemente están o van a estar al borde de un golpe militar seguramente pagado desde fuera… y es que el quid de la cuestión es hacer caer el país para repartirse el gran y rico pastel de la gestión de sus recursos.
De vez en cuando se escuchan algunas opiniones sensatas e informadas sobre Venezuela y su pueblo, que sin duda está pasando por unos difíciles momentos (principalmente porque están internalizando y pagando el precio de no doblegación de su país frente a los intereses previamente citados). Mala suerte. La que cito a continuacion está emitida por Miguel Ángel Solar, médico chileno ex-patriado en su tiempo y residente en Venezuela por 12 años: «Quienes no conocen el pueblo venezolano pueden pensar que soy demasiado optimista cuando digo esto, pero creo que se van a poner de acuerdo , porque es un pueblo muy unido y sociable, sin oligarquías. Es un país muy democrático.» Y parece que esta última palabra, extraña a muchos outsiders de la realidad del país como soy yo mismo, sienta mal precisamente en países que sí están gobernados por estas oligarquías y que quieren hincar el diente sí o sí a lo que consideran es de valor. ¿Y qué pasa con la gente?, ¿qué pasa con los ciudadanos venezolanos que por ejempo están pidiendo asilo político en España? Bien, en este caso hay publicados varios reportajes sobre el asunto (en medios nacionales), que dan cuenta del nivel de abandono, de la falta de empatía respecto a las referidas solicitudes. Prácticamente se les ignora… y luego curiosamente en determinados medios se rasgan las vestiduras criticando al Gobierno de un país en el que ni siquiera se ha vivido, repitiendo un discurso mediático construido por los mismos agentes que buscan repartirse el «pastel». Con los cubanos que migraron de forma forzada en los 80 a España se hizo lo mismo, no se les permitia trabajar, su estancia en el país estaba plagada de barreras administrativas promovidas desde el más alto nivel… y cuanto amamos Cuba y a los cubanos. Creo que los españoles necesitamos aclarar nuestra mente, conocer nuestra historía y darse cuenta de que un discurso construido desde el mercado es incompatible con la verdadera hermandad entre pueblos que siguen soñando en un mismo idioma.
No vale la pena ni responderte…sólo te pregunto cuántos «porros» te ofreció el maldito gobierno venezolano…ven a lo que éstos degenerados han dejado de mi país, para que salgas corriendo en 1 minuto…
Afortunadamente yo tengo más educación y sí voy a responderte: primero, a ti puede que te gusten los porros, pero yo nunca los he probado, principalmente porque ni los necesito ni los necesitaré. Segundo, no hace falta estar en la mitad de un huracán para poder analizar este desde el espacio. Sin duda que eres de los ciudadanos que apollarían felices el derrocamiento del gobierno de tu país, dime que tal estarás en unos años vista y veremos cual de los dos gobiernos o sistemas es más degenerado. Que tengas buen día.
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