La economía política del riesgo moral en Grecia
Incumplir los objetivos europeos de deuda y déficit año sí y año también solamente implica una llamada de atención, los malos gestores nacionales no se ven afectados en sus países y no pasa nada. Nadie defiende a los propietarios reales de esos recursos despilfarrados
Dice Jorg Guido Hülsmann en un artículo publicado en el año 2009 en la página del Mises Institute que el riesgo moral se define básicamente como el incentivo de una persona A, a usar más recursos de los que hubiera utilizado en otro caso, porque cree saber o sabe, que otra persona B proveerá algunos o todos esos recursos, sin su consentimiento.
Las claves del riesgo moral son, entre otras, la asimetría de la información, por un lado, y la separación entre propiedad y control, por otro. Es decir, quienes financian recursos extraordinarios contra su voluntad, desconocen parte de los datos necesarios, no saben que con su dinero se está financiando esa actividad sin su aprobación. Tal vez, de haberlo sabido, habrían elegido no destinar ese dinero o esos recursos a esa actividad, o tal vez sí. Esto lleva al segundo punto: la separación de la propiedad y el control. Los propietarios de los medios de financiación, o de los recursos no son quienes lo gestionan, ni quienes los controlan. Y ahí está la clave del tema. Es el gestor el que puede verse tentado a usar más recursos de lo necesario sin la aprobación del propietario.
Se trata de un problema que se da en la empresa privada, en el sector público, en la vida cotidiana. Pero en la empresa privada el incentivo se reduce porque el mal gestor, cuando es descubierto, pone en riesgo su puesto de trabajo. Además, los propietarios vigilan la gestión, las contabilidad, con mucho más prurito que en el sector público, son más conscientes de su propiedad y más responsables de ella. En el caso del sector publico, la confusión es enorme. Primero, en lo que se refiere al coste. Existe la leyenda de que los bienes y servicios provistos por el Estado son gratuítos. Es un error. Curiosamente, lo normal es que este error no se dé cuando se trata de un ayuntamiento, y menos si se trata de una comunidad de vecinos. Es decir, el número de personas propietarias importa. Cuando se trata del presupuesto nacional, la gente olvida que esos servicios, las subvenciones, los bienes públicos, los paga con sus impuestos. El Estado no es altruista, los son las personas que financian las acciones altruistas del Estado. Es nuestra responsabilidad controlar la gestión de nuestro dinero.
En Grecia se ha dado la tormenta perfecta: falta de datos, falseamiento de las cuentas, poco control sobre la propiedad, mala gestión del dinero ajeno, falsa creencia por el pueblo griego de que Europa regala cosas. Y, sobre todo, eso que diferencia a la empresa privada de la pública: no ha habido rendición de cuentas de los malos gestores. Y ahora resulta que, cuando los contribuyentes de los países europeos nos hemos dado cuenta de lo que se hacía con nuestro dinero, y queremos que se nos devuelva lo prestado, estamos aplastando al pobre pueblo griego.
Mi duda es si los ciudadanos somos inocentes por ignorantes. ¿No sabíamos de verdad nada? El escollo es, de nuevo, de nçumero. El tamaño de la población, la abundancia de datos que hay que tener en cuenta (qué hacen en la Comisión con mis euros), el número de países involucrados… todo eso no es fácil de controlar para el ciudadano medio europeo. Para eso estás nuestros representantes. Estamos pagando un sueldo a los eurodiputados para que se ocupen de estas cuestiones. Tenemos reresentantes en las diferentes Comisiones, en el BCE, en el FMI. ¿Dónde estaban mirando mientras se empleaban nuestros recursos de manera irresponsable en Grecia? ¡Ah! ¡que el gasto público de los estados miembros es un tema soberano!
Incumplir los objetivos europeos de deuda y déficit año sí y año también solamente implica una llamada de atención, los malos gestores nacionales no se ven afectados en sus países y no pasa nada. Nadie defiende a los propietarios reales de esos recursos despilfarrados. Nadie defiende a los posibles beneficiados por la aplicación de esos recursos si no hubieran sido despilfarrados. Y ahora, todos pensamos en el pueblo griego, y acusamos a los políticos que sí miran por su pagadores de impuestos. Por supuesto que creo que hay que dejarles crecer para que puedan devolver lo prestado por sus conciudadanos europeos. Pero, sobre todo creo que este sistema era la crónica de una muerte anunciada, un error con preaviso. Se votó que sí. Pues a disfrutar de lo votado.
2 comentarios
Clara y conciso análisis.Las crisis hacen ver los agujeros negros de muchas economías.
Cuando el viento sopla a favor, todo el mundo sabe gobernar…
Saludos.
Contundente a más no poder tu razonamiento.
Pareciera que la gente no entiende o no le cabe en la cabeza eso de que nada es absolutamente gratis y que los recursos para esa gratuidad deben, necesariamente, haber sido generados a través de impuestos que a su vez, son generados por el valor agregado del trabajo. Los griegos disfrutaron con una sonrisa de oreja a oreja de un estado paternalista, de un aparato estatal hipertrofiado de manera descarada. Y claro, cuando los recursos propios no alcanzaron, hubo que recurrir al endeudamiento. Nadie llamó, escandalizado, a un referendum para decidir si se asumía más deuda, como ahora se está haciendo para decidir si la escandalosa suma se paga, cuándo y cómo.
Algún dirigente podemita llamó a apoyar a Grecia en su rebelión en contra de los poderes económicos que la tienen en ese impasse. Supongo que ese dirigente habrá pensado que España también es acreedora ( en alguna parte leí que eran ¿20.000 milones de euros? ¿o sólo 2.000 millones? en uno u otro caso es una cantidad que estaría sirviendo más en las arcas españolas que dando vueltas a la bartola, sumida en una nebulosa de posibilidades e incertezas)
¿Rebelión griega o desvergüenza?
Saludos desde el Sur del Mundo, reconforta leer un análisis como el tuyo.