Las mujeres y la corona
Es verdad que hay más mujeres en el sector sanitario. ¿Implica eso que cada día es un 8M? ¿Qué repercusiones tiene la afirmación de Irene Montero? ¿Y qué autoridad moral le asiste para encaramarse como portavoz de las mujeres afectadas por el coronavirus?
Ha dicho Irene Montero que cada día es 8M porque las mujeres “hemos” estado en primera línea, dándolo todo en la lucha contra el COVID19. Parte de su afirmación es cierta: muchísimas mujeres dedicadas a curar a los demás, como enfermeras o como médicos, han estado y siguen estando en primera linea, siendo maltratadas, además, por las autoridades, más ocupadas en hacer campaña electoral que en dotar de los recursos necesarios a quienes estaban en UCIs y hospitales. Ese maltrato ha sido compartido por los enfermeros y médicos con quienes trabajan mano a mano. La otra parte de la afirmación es una patraña.
Para empezar las mujeres no hemos estado todas en ningún sitio. Algunas mujeres, aquellas que se dedican a la sanidad, son las que tienen el protagonismo. Ni Irene Montero ni yo estamos en ese grupo. Ni ella como ministro, ni yo como docente. Pero, puestas a comparar, ella menos que muchas. Porque es el gobierno del que ella es ministro el que se ha gastado millones de euros, por ejemplo, en darle razones para guardar silencio a los medios de comunicación, mientras los sanitarios de algunos lugares se protegían con bolsas de basura, las UCIS se veían desbordadas y, por supuesto, de test y trazabilidad, ni hablamos.
Es cierto que hay más mujeres que estudian titulaciones englobadas en lo que se conoce como “Ciencias de la Salud” que hombres. Pero, dentro de esa denominación hay notables diferencias. Por ejemplo, el porcentaje de mujeres en estudios de enfermería ronda el 75% mientras que, en el caso de Medicina, el porcentaje baja a menos del 70%. Gana por goleada Terapia Ocupacional y Logopedia. Y, por el contrario, en Fisioterapia estamos más o menos igual (tal vez hay más hombres, pero no mucho) y en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, hay menos de un 20% de mujeres. He leído las estadísticas desglosadas por provincias y universidades de toda España, pero no he hecho la media, así que todos los porcentajes son aproximados. Me disculpo por ello, pero no es mi intención entrar en ese particular.
Lo que tenemos encima es un virus. Imaginen que fuera un terremoto que se sucede en todos los países, o una tromba de agua mundial, o un diluvio global de imprevisibles dimensiones. Supongamos que en la reconstrucción y reparaciones, los ingenieros, aparejadores y arquitectos tuvieran que arriesgar sus vidas. Ingeniería y arquitectura son los estudios en los que hay un menor porcentaje de mujeres de que hombres, tanto en el grado, como en master y doctorado. ¿Sería también 8M cada día?
Pero voy todavía más allá. Dentro de las ingenierías, aquella en la que la ausencia de mujeres es escandalosa (por notable, no porque sea motivo de preocupación) es la Ingeniería Informática. ¿Qué pasaría con la lucha contra el COVID19 si se nos cae el sistema informático, las redes que nos interconectan, que permiten que los abuelos vean a los nietos, que las personas que han estado en la UCI hablen con sus seres queridos, que los servicios de atención al paciente monitoricen a enfermos menos graves, que científicos de todo el mundo trabajen juntos en nuevos medicamentos y una posible vacuna? Silencio en la bancada morada.
¿Cuánto tiene de feminista real enfatizar la labor cuidadora de las mujeres reforzando el prejuicio según el cual cuidar es cosa de mujeres y la ciencia dura es cosa de hombres? Debe ser el espíritu del 8M. Y ahí está ella, Irene coronada como la feminista de las feministas de nuestro país, exhibiendo su apuesta por los roles tradicionales de la mujer. En breve la tenemos en el congreso con su labor de punto de cruz.