El sector público español: el tamaño importa, la calidad también
En estos últimos años, uno de los mantras repetido por algunos analistas económicos ha sido que hay que reducir el gasto público, que hay que disminuir el tamaño del sector público. Pero no todo el mundo tiene una idea de lo que se está hablando. Nuestro sector público es problemático. Digamos que el niño nos... View Article
En estos últimos años, uno de los mantras repetido por algunos analistas económicos ha sido que hay que reducir el gasto público, que hay que disminuir el tamaño del sector público. Pero no todo el mundo tiene una idea de lo que se está hablando. Nuestro sector público es problemático. Digamos que el niño nos nació ya grandecito y con ganas de comer, de forma que mantenerlo a raya siempre ha sido difícil. El principal escollo es la mentalidad del español. Cuando Si digo que entre el año 2000 y el año 2008 el gasto público por habitante general creció un 58% y alcanzó casi los 10.000 euros, mucha gente con muy buenas intenciones pero poca idea de economía doméstica básica pensará que eso es fantástico porque indica todo lo que el Estado hace por nosotros. Pero la realidad es que ese gasto no llueve del cielo: lo financiamos con nuestros impuestos. Así que esos casi 10.000 euros son lo que tenemos que financiar por barba a papá Estado. Por eso es alarmante que el crecimiento del gasto público por habitante en el período 2000-2008 haya sido del 58,7% en general, del 17,9% a nivel estatal, del 103,6% a nivel autonómico y del 63,2% a nivel local. Y no teníamos el huracán de la crisis y recesión encima. Asusta.
Entre el 2008 y el 2010 el gasto conjunto de las Administraciones Públicas creció más de un 17%, hasta equivaler a un 46% del PIB. La lectura de este dato es alarmante: del crecimiento de la producción española, casi la mitad se la “come” el sector público, no todo el 46% porque hay que tener en cuenta el gasto de inversión del Estado. Pero en cualquier caso, eso quiere decir que una gran parte de lo generado por la iniciativa privada no vuelve a las manos de los ciudadanos que la crearon. Es verdad que el Estado hace cosas por sus ciudadanos. Supuestamente nos provee de bienes y servicios necesarios para la comunidad, como educación, sanidad, carreteras… Y ahí aparece la otra variable de la ecuación: ¿es el gasto público español eficiente?
En general, no. La muestra es los servicios e instituciones públicas que se duplican en los ámbitos estatal, autonómico y local. O las partidas de las subvenciones que se dan a países preferentes en cooperación y desarrollo. O las subvenciones a partidos políticos, fundaciones y sindicatos. O el dinero inyectado en empresas y actividades que no son rentables pero que ofrecen un rédito en términos de votos a los políticos en el poder.
El problema que subyace a la hipertrofia del sector público es que no podemos pagarlo: no podíamos antes, por razones obvias mucho menos ahora. En plena contracción económica, con un 22% de la población en paro, destrucción de empresas, ya no basta con una subida de ingresos. Hay que meter la tijera cuanto antes al descomunal gasto del sector público que hemos heredado en especial del gobierno de Rodríguez Zapatero. Ganaremos control sobre nuestras vidas y, sobre todo, sobre nuestro dinero.
(Publicado en La Razón, 17 de febrero de 2012)
1 comentario
El problema del descomunal tamaño del sector público es conocido por todos… en la oposición, cuando se llega al poder simplemente se maquilla pero la estructura permanente y arcaica continúa.
En Aragón tenemos Comunidad Autónoma, Diputaciones Provinciales, Comarcas y Municipios con sus correspondientes solapamientos de competencias. Ademas de las empresas públicas (cuyos presupuestos son los fondos reservados de la Comunidades Autónomas).
Las Comarcas y la Policía Autonómica en Aragón (que nadie sabe cuáles son sus funciones) existen única y exclusivamente por arte, gracia y capricho del PAR, partido bisagra, y de buena cintura, que siempre llega al poder para que cualquiera de los grandes obtenga la mayoría…. Por tanto, nadie se atreve a meterles mano.