El codazo amigo
Este post está dedicado a Alejandro Chafuén, un amigo a quien leí, por primera vez, la expresión «liberales progresistas» refiriéndose a los libertarios que no son conservadores, según deduje de su explicación. De ese momento hace ya unos días, pero están pasando muchas cosas dolorosas en mi país y no he encontrado el momento de... View Article
Este post está dedicado a Alejandro Chafuén, un amigo a quien leí, por primera vez, la expresión «liberales progresistas» refiriéndose a los libertarios que no son conservadores, según deduje de su explicación.
De ese momento hace ya unos días, pero están pasando muchas cosas dolorosas en mi país y no he encontrado el momento de escribir estas ideas sugeridas por mi amigo Alex.
Recuerdo que su comentario en Facebook venía a propósito de una noticia sobre la inmigración. Mi única reacción fue responderle «Liberal progresista… ¡vaya!«. Y su explicación incluía a Hayek y la religión. Como sé que él emplea las redes sociales como distracción, traigo su artículo publicado en el Acton Institute donde argumenta en el mismo sentido que lo hizo en Facebook. Básicamente, parece que los estudiosos de Hayek, que aprueban sus ideas libertarias, deben necesariamente también aceptar sus puntos de vista de todo lo demás. Para Hayek, tal y como lo cita Chafuén, es «el racionalismo intolerante y feroz» el responsable «del abismo que, sobre todo, en el continente europeo ha llevado durante varias generaciones a la mayoría de las personas religiosas del movimiento liberal a posiciones verdaderamente reaccionarias en las que se sentían cómodas. Estoy convencido de que, a menos que se pueda llenar esta grieta entre las verdaderas convicciones liberales y religiosas, no hay esperanza de un resurgimiento de las fuerzas liberales”. Las personas religiosas del movimiento liberal deberían reflexionar sobre esto. Yo soy partidaria de abandonar aquello que nos lleva a ser intolerantes de manera más o menos feroz. El racionalismo puede ser intolerante y feroz, pero no es lo único que nos puede llevar a mostrar esa intolerancia. La radicalización de las creencias incluidas las religiosas también.
Pero, sea como fuere, lo que me llama la atención es el aparente imperativo que plantea Chafuen respecto a aceptar todo o nada de Hayek. Se diría que si te cuestionas las leyes anti inmigración, mencionas la discriminación de la mujer, o si te cuestionas cualquier otra cosa, eres un liberal progresista, o marxista cultural, o cualquier otro insulto, o apelativo descalificador que tus propios compañeros de trinchera tienen a bien regalarte, solamente por desarrollar tu pensamiento crítico. ¡Qué oportunidad perdida de aprender unos de otros! Yo, por mi parte le agradezco a Chafuen que glose a Hayek quien afirma: “Creo que es importante que comprendamos plenamente que el credo liberal popular, más en el continente y en América que en Inglaterra, contenía muchos elementos que, por una parte, llevaban a muchos de sus partidarios directamente a las puertas del socialismo o del nacionalismo y, por otra parte, convertía en adversarios a muchos que compartían los valores básicos de la libertad individual, pero que eran rechazados por el racionalismo agresivo, que no reconocía más valores que aquellos cuya utilidad (para un propósito último que nunca fue revelado) podría ser demostrada por la razón individual, y que suponía que la ciencia era competente para decirnos, no sólo lo que es sino también lo que debería ser”.
En mi opinión, el «deber ser» es un tema demasiado delicado como para que se establezca como el criterio que debe unir o no a las personas en la defensa de la libertad. Porque de lo contrario ningún ateo podría ser libertario, ningún agnóstico tendría nada que aportar, y sé que Alex conoce a muchos ateos y agnósticos que han sido y son amigos suyos y le han aportado mucho en su trayecto intelectual. Insisto que la intolerancia respecto a cómo se configura el «deber ser» del prójimo causa, normalmente, tremendas grietas en todos los grupos sociales (familias, amigos, compañeros de ideología…). Jalear a las estrellas de las redes que fácilmente caen en la búsqueda de su propio lucimiento situándose «contra» los otros, porque vende menos el buscar zonas comunes, es peligroso porque trae consecuencias no deseadas, como la fractura dentro del liberalismo. Y no me importaría si no fuera porque los enemigos de la libertad son cada vez más, y más fuertes.
Muy importante me parece el daño que el utilitarismo está causando, especialmente en quienes se acercan al poder con ideas utilitaristas de «colocar a alguno de los nuestros por el bien de la causa«. Eso sí que es tremendo. Un caso muy cercano porque está habitualmente en las portadas de los periódicos es el supuesto «liberalismo» de Trump. La proximidad de pensadores libertarios a alguien como Donald Trump con la justificación de «infiltrar ideas buenas» es muy poco convincente. Otra cosa es que si baja los impuestos me parezca bien, como aplaudo el que el socialista Felipe González comenzara el proceso de privatización en España, sin hacerme por ello en absoluto socialista. Y en el caso de Trump no hay ningún tipo de rechazo al supuesto conservadurismo del presidente (que, desde mi punto de vista, no es ni conservador, ni progresista, ni libertario ni nada). Entiendo que el hostigamiento de la prensa demócrata es como una apisonadora. Pero eso no hace mejor a Trump, sino peor (aún!) a los demócratas.
Es en estos momentos en los que hemos de aferrarnos a los principios de la libertad y la responsabilidad individuales, como decían José Benegas y Gabriel Zanotti en su particular Declaración de los Derechos Humanos: «Las personas privadas tienen derecho a cruzar las fronteras políticas con fines pacíficos«. Gracias a eso, el propio Alex pudo llegar a Estados Unidos desde su Argentina natal, formar una familia feliz y trabajar en una empresa estadounidense. Si, en vez de cerrar fronteras, luchamos por acabar con la «llamada» del estado de bienestar, solucionaremos el problema sin conclucar libertades de nadie. Es más largo el camino. Bueno. Nadie dijo que esto fuera fácil.