Hawking on my mind
El pasado 21 de marzo se publicaba en la página web del IJM, un artículo titulado "Stephen Hawking o el endiosamiento de la razón" en el que el autor, José Augusto Domínguez, arremete contra el científico, a raíz de su fallecimiento.Desde el primer párrafo, las opiniones vertidas producen bastante sonrojo.
El pasado 21 de marzo se publicaba en la página web del Instituto Juan de Mariana, al cual pertenezco, un artículo titulado «Stephen Hawking o el endiosamiento de la razón» en el que el autor, José Augusto Domínguez, licenciado en Derecho y máster en Escuela Austriaca y coordinador de programas en el centro de estudios OMMA, arremete contra el científico, a raíz de su fallecimiento. Debido a que la dirección del IJM considera que «todo cabe, y el que quiera replicar que replique», he decidido responder.
Desde el primer párrafo, las opiniones vertidas producen bastante sonrojo. Para empezar porque atribuye el éxito científico de Hawking al hecho de que estuviera en una silla de ruedas. Que es como decir que a Marie Curie le dieron un Nobel por ser emigrante o mujer. Hawking es el científico que es aunque tuviera las manos palmeadas o el físico de Usain Bolt (gracias A.M.E. por la inspiración). No destacó después sino antes de estar en una silla de ruedas, y su condición física no fue una razón de su éxito, sino que obtuvo ese éxito a pesar de su condición física. No lo digo yo, al fin y al cabo una simple economista, sino todos los científicos que conozco. Varios de ellos están indignados con el artículo publicado en la página del IJM. Ya estaba encaminado, realizando su doctorado, ya había destacado y era una promesa.
En palabras de varios científicos, el hecho de haber coexistido con Hawking es equivalente al haber coexistido con Einstein, era un fuera de serie, no por tener ELA, sino por sus aportaciones únicas y geniales. Y no le dieron el Nobel, ni falta que le hacía.
Tras ese primer párrafo, el autor pasa a atacar lo único que puede, ya que reconoce que las aportaciones de Hawking están fuera del alcance de cualquier profano en ciencias. A pesar de lo cual le ha descalificado nada más empezar y, recién muerto, ha atribuido su mérito a su enfermedad. Bastante desafortunado.
Resulta que la ciencia y la fe no pueden separarse. Y si Hawking era ateo ya no hay nada más que hablar: se trata del fruto de la soberbia de una mente racional. Lo mejor de todo es que el jurista se mete en un charco insondable tratando de refutar la teoría del Big Bang, ni más ni menos, sin darse cuenta de que si la mente de Hawking, que dedicó su vida a estudiar este (y otros) temas es «ridículamente diminuta», la de Domínguez, en este artículo deja en evidencia su peor pesadilla: los que no comparten su fe. Y esto me lleva a la siguiente reflexión.
¿Qué deben hacer los creyentes no científicos ante las teorías científicas que supuestamente demuestran la posibilidad de vida sin un Creador y niegan el Diseño Inteligente? ¿Qué deben hacer los ateos no científicos ante las teorías científicas que supuestamente demuestran el Diseño Inteligente y niegan las teorías opuestas? Señores: NADA. Deben ser unos y otros científicos los que diriman sus diferencias. La fe consiste en creer lo que no se ve. ¿Qué relevancia puede tener para un creyente que un ateo diga lo que sea o que demuestre que, por ejemplo, es imposible resucitar? Ninguna.
Entonces ¿a qué tanta inquina que no hace sino desprestigiar al autor de tan disparatado artículo y a la institución que lo publica? Dejo a la especulación del lector qué hay detrás de esa obsesión anti-atea en un determinado círculo de liberales y a dónde nos lleva. Por si queda alguna duda, aclararé algo: la dirección del IJM es libre de publicar lo que le parezca y José Augusto Domínguez de escribir lo que quiera. Yo también.
La descalificación de Hawking solamente por ser ateo me hace pensar qué sucedería su Huerta de Soto fuera ateo. De hecho, Huerta de Soto, a quien se menciona en el artículo es inventor de conocidos mestizajes entre anarco-capitalismo y catolicismo que son un despropósito que no pasa el filtro de cualquier teólogo, ni de cualquier anarco-capitalista serio. ¿Para el autor solamente vale el liberalismo combinado con el catolicismo? ¿O la fe es privada y los principios liberales pueden ser compatibles pero no estar fundidos con la religión? Lo digo, entre otras cosas, porque hay infinidad de autores liberales en los que fundamentamos nuestras ideas que no son católicos.
También me pregunto si el autor rechazaría el uso de los algoritmos por ser descubiertos por un musulmán, Al-Khawarizmi, que le dio nombre. O si la ley de la gravedad de Newton, y todo su legado, dejarían de tener sentido si de repente se descubriera que no creía en Dios. Porque, el caso es que Isaac Newton denunció la apostasía de la Iglesia en el siglo II, la manipulación de las Escrituras, que llevarían al desarrollo de la Iglesia Católica, a la que, como Lutero, denominaba la «Gran Ramera».
Ojalá haya una reflexión por parte del autor. No sería la primera vez que un católico, como el papa Juan Pablo II, pidiera perdón por un atropello hacia un científico, como Galileo, aunque fuera 359 años después. Si José Augusto se diera cuenta de que ha metido la pata, que sentirse ofendido porque un científico confirme su ateísmo en sus teorías (como hay científicos que confirman su fe del mismo modo) es de lo mas absurdo, que ese artículo rezuma bilis, y no hace justicia a una persona que acaba de morir, solamente estaría siguiendo los pasos del papa.
Por mi afición a la historia de la ciencia me he encontrado con científicos de todas las religiones que han sido reconocidos independientemente de sus creencias. También me he encontrado represión religiosa hacia la ciencia, pero en otras épocas más oscuras de la historia que, tal vez ingenuamente, yo pensé que estaban superadas. Viendo que Dominguez recurre al Génesis como explicación científica del origen del universo, igual debo prepararme para ser quemada en la pira. Pero como he dicho en otras ocasiones, el fuego es mi hogar: no ardo.